martes, 8 de enero de 2008

LA CAZA ES VERDE

El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, se ha puesto al frente de la defensa contra el cambio climático tras la celebración de la Conferencia Multipartita Medioambiental celebrada el pasado 25 de octubre. Pero, a diferencia de nuestros políticos, recelosos de cualquier implicación con la actividad cinegética, Sarkozy reconoce y defiende el papel de la caza afirmando que ésta «es necesaria para el equilibrio ecológico».

La Caza y su Mundo

Administrar la naturaleza no es un lujo de país rico, sino una exigencia

En la Conferencia Nacional sobre Ecología, la Conferencia de Grenelle, Sarkozy planteó un cambio total en la forma de gobernar, instalando los problemas de medio ambiente en el centro de los grandes desafíos políticos internacionales, y estableciendo así los cimientos de la «revolución ecológica», por la que Francia aspira a situarse a la vanguardia de la protección del medio ambiente, con la implantación de diversas medidas que ayuden a tomar conciencia a nuestra sociedad de que ya «no se puede seguir viviendo en el despilfarro ni despreocuparse de las consecuencias de su forma de vida, producción y consumo para el futuro del planeta».

Según Sarkozy, la caza mayor prolifera gracias a la acción concertada de los cazadores.

Entre las medidas que se van a tomar citamos, por ejemplo, el que todas las decisiones públicas se arbitrarán incluyendo su costo para la diversidad biológica, y cualquier proyecto cuyo costo medioambiental sea demasiado elevado, será rechazado; se suspenderán los cultivos comerciales de los OMG que se utilizan como plaguicidas; por lo que se refiere a la energía, la prioridad será reducir las necesidades energéticas, creando una tasa «clima-energía» sobre el uso de combustibles fósiles, se investigará sobre la energía nuclear y se lanzará un plan de desarrollo de las energías renovables; se reducirá el consumo de energía en los edificios; se prohibirán los aparatos electrodomésticos que consuman más energía cuando haya una alternativa a precio razonable; se invertirá masivamente en los transportes; se rehabilitará el transporte fluvial y marítimo; se realizará una inversión masiva en agricultura; los vehículos de las administraciones no tendrán que producir contaminación; se gravará la importación de productos de países que no respetan el Protocolo de Kioto; se reducirá el IVA en los productos que respeten el clima y la diversidad biológica; se creará una red de espacios climáticos…

Siguiendo la máxima expuesta en el discurso del presidente de la República francesa en la entrega de las conclusiones de la Conferencia de Grenelle, «administrar la naturaleza no es un lujo de país rico, sino una exigencia». Y una de las formas que administrar la naturaleza y defender los usos tradicionales es la caza, de la que Sarkozy es un claro defensor, como lo demostró en el discurso ante el Congreso Nacional de la Caza, celebrado en París el pasado 20 de febrero, siendo candidato a la Presidencia francesa y del que reproducimos lo más destacado.


«Hay que tener la honradez de devolver a los cazadores su dignidad»

«Saben ustedes que no estoy elegido por un medio rural. Pero conozco el lazo histórico, el lazo afectivo, el lazo indeleble que une Francia y los cazadores. Ningún responsable político puede imaginar el dirigirse a los franceses sin hablar a los cazadores (…). La caza es un millón trescientos mil cazadores y sus familias. La caza es una gestión responsable y científica. La caza es también la identidad en nuestro país. Ello puede parecer una paradoja a los no iniciados: sin la caza, Francia no sería tan abundante en caza (…).

Constatamos que la caza no amenaza la supervivencia de las especies. Muy al contrario, la caza mayor prolifera gracias a la acción concertada de los cazadores. Mi ambición es volver a encontrar hoy piezas menores en nuestros campos. Lo conseguiremos, ahí también, gracias a los cazadores. Y los ejemplos demuestran que ello es posible con los agricultores y los forestales. La ecología ha sufrido demasiado con las ideologías. La caza también ha sufrido demasiado de las ideologías. (…) No han cesado de dar privilegios a las ideologías sobre la ecología. Han enfrentado a los franceses entre ellos (…).

La ecología ha sufrido demasiado con las ideologías; la caza, también

Es hora de recordar ciertas realidades. Primera realidad: la política ecológica debe, primero, interesarse por nuestros modos de vida, por nuestro urbanismo, por nuestros modos de producción. (…) Los desafíos de la biodiversidad están ahí.

Segunda realidad: los cazadores tienen un verdadero conocimiento de las especies y de los medios. Han sido los primeros en interesarse por la conservación de los hábitats. (...) Los cazadores son los vigilantes de la gripe aviar. Los cazadores defienden una ética de responsabilidad y el deseo de cazar de forma duradera. Ya es tiempo de recordar estas verdades y de reconciliar a los amantes de la naturaleza que comparten la voluntad de no oponer ideologías. Mi voluntad es que la caza sea una actividad respetada y que no sea objeto de ataques injustificados (…). Insisto en esa caza que reúne, más allá de las condiciones sociales. Insisto en una caza rejuvenecida y, por qué no, feminizada. Por su puesto, soy partidario de que sea disminuido el precio de los primeros permisos de caza y que fomentemos la caza acompañada.


«Todos están conformes en que una caza responsable debe ser científica»

Querría abordar un punto esencial: no debe confundirse política rural con política de biodiversidad. La naturaleza se apaga ante nuestros ojos. Primero, es víctima de la evolución de nuestros modos de vida. No aceptaría, por supuesto, ninguna objeción tratándose de especies protegidas. Es más, una política de la biodiversidad no puede limitarse a la protección de especies excepcionales o en vías de desaparición. Debe ir mucho más allá. Debe de partir de la constatación de que nuestros paisajes, nuestra arquitectura, nuestros pájaros, nuestra caza mayor y menor son un patrimonio fuera de lo común. Deseo que se inicie una política de la biodiversidad alrededor de dos prioridades: preservar la biodiversidad de excepción especialmente ultramarina y volver a crear una biodiversidad cotidiana con el empeño de repoblar nuestros campos de liebres, de conejos, de perdices o incluso de codornices.

Evidentemente, tal política debe prioritariamente concentrarse en la preservación de los espacios en donde se desarrolla esta fauna. Una verdadera política de la biodiversidad debe concentrarse en el urbanismo, en la artificialización de los suelos o incluso en la gestión de los espacios forestales, agrícolas y de las zonas húmedas. En este marco, habrá que acelerar la reorientación ya iniciada por la nueva PAC. Las antiguas normas han llevado a la supresión de elementos del paisaje favorables a la fauna: setos, barbechos, franja sembrada de hierba. Habrá que revisar esos reglamentos. ¿No hay que revisar la reglamentación que excluye de los barbechos las franjas de hierba? Son asuntos que no pueden ser debatidos sin los expertos de la naturaleza de los que forman parte los cazadores.

La caza ha hecho vivir siempre a nuestros campos; se inscribe en la historia de Francia

(…) Por consiguiente, es hora de comprender que si la caza depende de la política de biodiversidad no determina por sí sola la biodiversidad. La caza es ante todo un objetivo de la política rural. El límite a la actividad de la caza es el de no atentar a la supervivencia de las especies. Corresponde a la ecología científica fijar este límite. La política de la caza es primeramente una política de entretenimiento y de gestión de los espacios. El cuidado de las zonas húmedas, de los pantanos, de los bosques, de los barbechos es un cuidado del cazador. La política de la caza es una política de vida rural, de desarrollo de metas. Es una política humana que arranca de un hecho que, sin la intervención del hombre, la naturaleza rechaza. Los cazadores tienen su lugar en la definición de las políticas de acondicionamiento del territorio. Se integran ustedes plenamente en una estructura de gestión de los recursos naturales. Deseo que la política de la caza no se resuma más en un conflicto de lógicas.

Cantidad de conciudadanos aspiran a dejar la exigüidad de las ciudades. (…) Los campos no deben volverse en una degradación de las ciudades. Tampoco deben vaciarse. (…) Hacen falta actividades rurales y populares de las que la caza forma parte, como la pesca. (…) La política rural se define, por consiguiente, con los cazadores (…).


«Quiero que la caza sea una actividad respetada, no objeto de ataques injustificados»

Sé que la caza y sobre todo los cazadores padecen «cargas administrativas» e incertidumbres. Puedo comprometerme a que la Unión Europea no sea una fuente de complicaciones. Europa tiene vocación de protección. Tiene vocación por definir normas para los pájaros y las aves migratorias que atraviesan las fronteras, pero son los estados los que deben determinar o fijar las condiciones de caza sobre su territorio, y es primero a nivel departamental, es decir, sobre el terreno, donde la caza debe ser administrada.

Todos los oradores están conformes en que una caza responsable debe ser científica. (…) Si hay divergencia de puntos de vista con otras instituciones, son los expertos quienes deben ponerse de acuerdo. Y únicamente cuenta el estado de conservación de la especie. (…) No aceptaré ninguna objeción referente a las especies protegidas y las cazas prohibidas. No tomaré ninguna decisión que ponga en peligro la supervivencia de una especie. Deseo que tengamos un perfecto conocimiento de estado de cada especie para evitar su proliferación o que su reproducción no atente a otras especies (…).

He tenido ocasión en medir los debates sobre la realidad de los controles. Nunca he dado consignas de tolerancia. Cuando existe una norma, debe ser respetada. Son los principios que siempre he aplicado. No obstante, he constatado el desorden de las actuaciones de medio ambiente, así como de sus aplicaciones en general. ¿Qué política de control de la caza podemos tener cuando intervienen tantos factores? Todas las estructuras de control serán reagrupadas en el seno de un solo y mismo Ministerio de la Seguridad. Sobre el terreno, el Prefecto estará allí para velar por el respeto de la ley y de la policía de la caza.


Sarkozy defiende en su discurso que la política de la actividad cinegética es una política de desarrollo rural, de desarrollo de metas.

Como veis, no deseo rehuir los problemas. Hay que tener el valor de afrontar el desafío de la biodiversidad. Hay que tener, también, la honradez de devolver a los cazadores su dignidad. No sois mujeres y hombres capaces de ejercer una actividad vergonzosa. La caza ha hecho vivir siempre a nuestros campos. La caza se inscribe en la historia de Francia. La caza es necesaria para el equilibrio ecológico. Y los cazadores son amantes de la naturaleza que no temen ni el frío, ni la lluvia, ni los esfuerzos».

¿Veremos alguna vez los cazadores a algún aspirante a la Presidencia del Gobierno español defender tan abiertamente a la actividad cinegética…? Creo que todos, lamentablemente, sabemos cuál es la respuesta. Pero nuestros políticos deberían tener en cuenta una cosa: Sarkozy salió elegido...

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