martes, 22 de enero de 2008

Lo mismo de siempre

Sebastián Torres

La semana pasada me quedé entusiasmado con un documental en La 2. Hacía tiempo que la segunda cadena no me enganchaba tanto en la sobremesa, pero el del otro día era un documental muy interesante. Se titulaba algo así como Nómadas del cielo y explicaba las migraciones de las aves desde la Europa fría de los países escandinavos y bálticos hasta el cálido Mediterráneo a una y otra orilla del Estrecho de Gibraltar: gansos, patos, grullas, estorninos y palomas torcaces. El reportaje era ciertamente espectacular por las imágenes de aves en pleno vuelo (en algunos casos con ayuda informática) y porque me hizo recrear mentalmente la fiesta que debe de ser la Francia central cuando, a principios del otoño, confluyen en ella los millones de pájaros en busca del cálido sol. Todo muy bucólico e interesante… hasta que los guionistas del reportaje cayeron en el mismo error y el mismo tópico de siempre.

La voz en off decía algo así como que las palomas torcaces, unas aves valientes que desafían los vientos y las distancias, encuentran en su recorrido nómada un gran obstáculo: los Pirineos. Cruzarlos es una hazaña, porque pueden morir en el intento. Y entonces se escucha un disparo. «Los cazadores». La música melódica que acompañó todo el documental cambia de manera repentina por algo así como la banda sonora de una película de suspense con detonaciones de fondo, disparos contra palomas que vuelan en grupo y en círculo, subiendo para coger altura mientras se convierten en un pim, pam, pum fácil de abatir. Cae una, y otra, y otra…

Esta imagen distorsionada de la caza y los cazadores es aún peor cuando se presenta a las aves humanizadas, como animales que piensan, razonan y hablan, como la garza que cuenta a los espectadores —a ella corresponde la voz en off— el recorrido que hacen ella y toda su familia desde que parten de Finlandia hasta Doñana.

La misma verdad de siempre: los cazadores son unos asesinos y los animales hablan.

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